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dimecres, 3 d’abril del 2013

Quimera.

Mi mirada se paseaba vagamente por las frases del libro. Estaba leyendo, pero apenas prestaba atención, mi mente vagaba entre la historia de la que yo era partícipe solo como lectora, y una playa existente solo en mis fantasías. El mar se hacía cada vez más visible en mi imaginación, ya casi podía sentir el sol acariciándome la piel, casi podía oler el olor a sal del agua, y si escuchaba con atención hasta podía oír el crepitar de las olas al llegar a la orilla.
La idealización de mi playa particular se iba sobreponiendo a los acontecimientos que tenían lugar en el libro y que habían estado jugueteando con mi mente hacia tan solo unos minutos. Ya apenas podía pensar en Aldair, el joven huérfano aprendiz de juglar que viajaba por los pueblos de Drak’thul con un grupo de comediantes (cuyo trabajo no era solo el de recitar y entretener, pues se decía que sus espectadores perdían más que la noción del tiempo), mientras buscaba a su hermana pequeña, desaparecida durante los saqueos del clan Warsong, y de la que solo conservaba una pulsera hecha de cuerdas descoloridas y el bonito recuerdo de una sonrisa inocente faltada de dientes. Aldair acababa de llegar con sus asiduos compañeros a un pueblo del que aún no sabía el nombre y, distraído por el vuelo del vestido de una hermosa y esbelta joven, se había perdido por un sinfín de callejones, hasta llegar a una calle de aspecto hostil, ocupada por viandantes anónimos que apartaban su mirada al pasar por su lado. Solo una persona parecía fijarse en su presencia: había un muchacho, unos metros por delante, que no le quitaba ojo. Un muchacho de piel clara en contraste con su pelo castaño, y de mirada fija y penetrante, decidido a abrir los labios para decirle a Aldair unas palabras que darían un rotundo cambio de rumbo a su vida. Pero llegados a este punto de la historia yo ya me encontraba de lleno en mi playa, perdida entre los colores de los peces que nadaban tanto por agua como por aire.
Apenas llevaba unos minutos balanceándome en el agua cristalina cuando un súbito golpe me sacó de mi ensoñación. Desorientada, dejé caer el libro al suelo con un estrépito, y me incorporé inmediatamente en el sillón. Miré a mí alrededor: me encontraba sola en mi piso. El cálido sol del mediodía bañaba el salón, y no se escuchaba más ruido que el procedente de la calle, donde los coches y los peatones competían en la tarea de llegar a sus particulares destinos. No se escuchaban golpes, pero sin duda algo me había despertado. Cogí el libro del suelo para dejarlo en la mesilla, y me levanté decidida a descubrir qué o quién había osado despertarme de la siesta.
Por desgracia o por fortuna no fue necesario poner a prueba mis escasas dotes como detective, pues hallé la respuesta nada más abrir la puerta que conducía al pasillo. Estupefacta me quedé al ver, tendido en el suelo, e inconsciente a mi parecer, a un joven de piel clara y pelo canoso. Poco me faltó para no caer de rodillas frente al descubrimiento. Las preguntas se arremolinaban en mi cabeza. ¿Cómo había logrado aquél joven alvino entrar en mi piso? La puerta seguía cerrada. ¿Habría entrado para robarme? Tampoco tenía en casa nada de valor... ¿Por qué se habría puesto ese chico a dormir en medio del pasillo? Ésta era, sin duda, la mayor de mis dudas, pero no podía quedarme ahí de pie intentando argumentar respuestas hipotéticas, guiadas por los nervios y el desconcierto, así que, motivada por estar yo en mi casa y estar él dormido, decidí acercarme. Al fijarme un poco más en la figura tendida en el suelo pude comprobar que ni su piel era clara ni su pelo era canoso, no, era totalmente del color del papel, ese color amarillento de las hojas cuya tarea es guardar historias. Era extraño, no tenía constancia de este color de piel, y una nueva oleada de preguntas azotó mi cabeza: ¿sería ese su color natural?, ¿se trataba solo de una burda broma, y no era más que pintura?, ¿podría eso ser el resultado de una considerable afición a la lectura, que habría tintado poco a poco su piel y su pelo debido a una fuerte atracción hacia el papel impreso? De ser así, ¿podría a mí pasarme lo mismo?
Pero todas las dudas se vieron resueltas al ver su cara: era el muchacho del callejón que estaba a punto de cambiar la vida de Aldair. Era un personaje del libro que había estado leyendo hacia un rato. Era la invención de un autor mediocre perdido en un mar de autores mediocres, cuyo libro había sido rescatado por mis manos de entre el polvo. Dudé de mí misma al principio, pero no podía ignorar una certeza de tal magnitud: nunca le había visto, no me había cruzado con él, pero mi imaginación le había dado forma, había vivido en mi mente unos minutos, le conocía sin conocerlo, no podía dudar de que fuera él. Asimilé la idea y enseguida sentí la necesidad de tocar mi creación compartida, de acariciar su pelo aunque solo fuera durante unos segundos, pero al alargar mi mano hacia su cabello éste desapareció, y con él el muchacho entero. Volví a quedarme sola en mi piso, con la mano alargada hacia la nada, a medio camino entre el desconcierto y la incredulidad.


xels




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3 comentaris:

  1. Interessant. El llibre que llegeix la protagonista existeix de veritat o te l' has inventat? Perquè l'he trobat molt emocionant. Lo de la platja no m'ha agradat gaire doncs no li he trobat massa sentit. Jo pensava que anava a recordar alguna cosa del seu passat, no una platja.

    Per cert, el fons del blog m'agrada més que l'anterior, però haureu de canviar el color d'algunes lletres perquè tot es vegi

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    Respostes
    1. La història del llibre és inventada. Primer tenia la intenció d'agafar-ne una que ja estigués escrita, però després vaig pensar que si decidia continuar el relat no em sentiria gaire bé escrivint sobre un personatge d'algú altre.
      Si, el somni no té massa sentit, però de fet no és res més que això, un somni. Tot i així ho tindré en compte, i el pròxim cop que escrigui un somni curt per als personatges m'escarrassaré més a l'hora d'escriure'l!

      Celebro que t'hagi agradat el nou disseny del blog! Encara estem canviant algunes coses, tindrem en compte això dels colors!

      Moltíssimes gràcies pel teu comentari!

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